Paula Callejo

Madrid visto por Paula Callejo

Madrid visto por Paula Callejo

firmado por paula callejo – editora de moda en ¡hola!

De adolescente soñaba con ser una mezcla entre Carrie Bradshaw y Andy Sachs, es decir, era una ilusa más de las miles que creían que las periodistas de moda eran una especie de semidiosas que llevaban a diario taconazos de 12 centímetros y tenían un vestidor de 50 metros cuadrados. Spoiler: casi 15 años después, ni rastro de vestidor, y los zapatos de aguja los reservo para las ocasiones (muy) especiales. Ahora me veo más como una Jane Sloan madrileña y he cumplido mi sueño, soy editora de moda en la revista ¡HOLA! Mi nombre es Paula Callejo y voy a plasmar un pedacito de mi historia de amor con Madrid.

¿Es muy tópico comenzar un texto sobre esta ciudad citando la canción de Pereza que lleva su nombre? Probablemente sí, pero desde adolescente llevo muy grabada la frase “Eres mi rincón favorito de Madrid”. Aunque Leiva y Rubén hablaban de una persona y no de un lugar, yo he dedicado mis 29 años a encontrar sin éxito mi rincón preferido de la capital. Y digo sin éxito porque cada cierto tiempo descubro un restaurante, azotea, parque o bar que me enamora más que el anterior, ya que estoy convencida de que este lugar nunca termina de descubrirse del todo.

recuerdos en madrid

Muchas veces asociamos los recuerdos especiales a viajes o destinos paradisiacos, pero los momentos más importantes de mi vida tienen Madrid como telón de fondo, y es que soy más de aquí que el chotis que tanto he bailado en el patio del colegio.

Por citar solo algunos recuerdos de mi infancia en la ciudad, comenzaría por los 15 de mayo vestida de chulapa o las Navidades cumpliendo punto por punto todos los tópicos -churros en San Ginés incluidos-. También las visitas casi semanales al Zoo y el Parque de Atracciones, hasta que llegó mi adolescencia y, aburrida de las jirafas y la montaña rusa, comencé a descubrir las discotecas light (y el delicioso combinado fanta de naranja con granadina) en la ya desaparecida Élite, a disfrutar de las citas con esos mágicos primeros amores en las barcas del Retiro (sintiéndome Rachel McAdams en El diario de Noa, por supuesto) y a gastarme la paga en los puestecitos hippies frente al metro Goya.

Luego llegó la fase universitaria, la mítica Nuit a la que íbamos de lunes a miércoles, las Nocheviejas en Kapital de punta en blanco con minivestido y tacones a -10 grados porque antes muerta que sencilla… y la etapa ‘adulta’, en la que las discotecas entre semana se cambiaron por afterworks en la calle Ponzano.

El que ha sido el día más especial de mi vida hasta ahora, mi boda, tiene como escenario una de las iglesias más emblemáticas de la capital: San Jerónimo el Real, cuya impresionante escalinata recorrí ante la mirada de numerosos turistas que rondaban aquel día las inmediaciones del Museo del Prado. Mi vida está tan ligada a esta ciudad que, aunque le sea infiel algunos meses al año, no concibo separarme de ella.

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Desde hace 5 años soy editora de moda en la web de la revista ¡HOLA!, donde también cursé mis prácticas cuando estudiaba en la Universidad Complutense de Madrid. Amo mi trabajo casi tanto como amo la capital, y lo cierto es que ambos están muy relacionados, puesto que raro es el día que no haya un evento de prensa en ella: Nueva York será la ciudad que nunca duerme, pero Madrid es, sin duda, la ciudad que nunca se aburre.

Gracias a mi profesión he vivido -y espero seguir viviendo- experiencias inolvidables, desfiles bajo la galería de Cristal del Ayuntamiento hasta conferencias en plena rosaleda del Jardín Botánico, fiestas en el Palacio de Santoña, comidas en los hoteles de referencia más increíbles o numerosas entrevistas con celebrities en azoteas con vistas a los tejados del centro. Incluso le he cogido cariño a IFEMA y su moqueta gris, en la que tantas veces me he tirado -literalmente- después de largas jornadas de presentaciones.

favoritos de madrid 

La gente que no es de aquí siempre dice que vamos corriendo a todas partes, y yo creo que, citando a los Burning, “sin vivir en Madrid no lo entenderán”. Puede que sí vivamos acelerados, pero esa adrenalina es adictiva. Siempre con ganas de descubrir nuevos sitios y vivir experiencias diferentes, resulta difícil resumir en unas líneas mis lugares preferidos de mi ciudad.

Una de mis búsquedas más repetidas en Google es “entradas Madrid”, porque estoy constantemente informándome de qué monólogos, obras de teatro, ballet, conciertos y festivales se encuentran en cartelera. Soy la primera en sacar entradas en cuanto llega un nuevo musical a Gran Vía y me sé de memoria los artistas que vienen a actuar los próximos meses. (Mi próximo objetivo es el Jardín de las Delicias y lloro fuerte por no haber conseguido entradas para Taylor Swift en el que será el primer concierto en el nuevo Bernabéu).

Si tengo que quedarme con un museo de los muchos que tenemos en Madrid, sería el Thyssen, donde, además de tener una impresionante colección permanente, organizan continuamente exposiciones imperdibles, muchas de ellas relacionadas con la moda. También adoro la Casa Sorolla y el Museo del Romanticismo, que, más allá de sus obras, bien merecen una visita por los edificios que las albergan.

En cuanto a la moda, mi punto débil (o fuerte, según quieras verlo), hay opciones para todos los gustos, a mí me encanta callejear por el Barrio de Salamanca y la Calle Fuencarral, donde siempre descubro alguna marquita nueva. Para eventos especiales, adoro Olibati, Lend The Label y Borow, tiendas en las que puedes encontrar lookazos de alquiler a precios razonables.

Si hablamos de comida, soy bastante tradicional, y me gusta que los sitios sean monos, para qué mentirnos. El brunch de La Rollerie o El escondite de Villanueva. La carne de Leña, Charrúa o el emblemático Mesón Txistu. Las hamburguesas en Juancho’s BBQ, New York Burger o Burnout. La pasta de Ornella o Numa Pompilio. Las rabas y la tarta de queso de La Maruca. Los helados de Kalúa o Regma.

Para tomar una copa, mis lugares preferidos son las azoteas: las mejores vistas las tienes en el hotel ME de la plaza de Santa Ana, en el Riu Plaza España (hay que ir a conocerlo, aunque siempre está lleno de turistas), en Casa Suecia y en Picalagartos.

Y, si tuviera que quedarme con un rincón, diría el templo de Debod al atardecer, tan típico como especial.

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Madrid es Moda y es, además, moda para todo y para todos. Los exclusivos talleres de Serrano, las tiendas de segunda mano de Malasaña o los diseños alternativos de la calle Fuencarral… las opciones son tan diversas como los estilos de sus habitantes.

Tampoco puedo dejar de mencionar la Fashion Week y su Cibelespacio -¿se seguirá llamando así?-, a la que llevo asistiendo desde los 15 años, cuando escribía cada temporada a todos diseñadores que participaba en ella para rogarles una invitación a su desfile y acercarme por un rato a ese mundo de glamour al que tanto deseaba pertenecer. Desde los más veteranos, como Lorenzo Caprile, Roberto Torretta, Haníbal Laguna o Pertegaz, hasta las promesas del sector, como Jorge Redondo, Fabio Encinar o JC Pajares, no todos son madrileños de nacimiento pero sí de adopción, puesto que en la capital han visto cumplirse sus sueños.