Noelia Santos

Madrid visto por Noelia Santos

Madrid visto por Noelia Santos

firmado por noelia santos – editora en time out madrid

En el examen de las generaciones, saco un aprobado raspado en Millennial: tan joven como para ser de las que ha tenido móvil desde la adolescencia, pero lo suficientemente mayor como para que aquel primer Nokia no tuviera acceso a internet.

También recuerdo dónde estaba cuando hice mi primera búsqueda en Google. Fue aquí en Madrid, ciudad en la que vivo, no desde que nací, pero casi: mi madre me dio a luz en un lugar con vistas al mar, en Castellón, posiblemente la provincia de la Comunidad Valenciana más desconocida (excepto para los festivaleros que cada año peregrinan a Benicassim). Y a los tres días nos vinimos a Madrid, eso sí, previo paso por el registro civil, que confirma en mi DNI que yo nací en el Mediterráneo. Y sin saberlo, ese viaje, con destino Madrid, fue el primero de mi vida.

Soy viajera de nacimiento, pero nunca he tenido vocación de periodista. La culpa de que yo me dedique a contar historias de viajes la tiene una beca de trabajo en una revista (casualidades del destino) especializada en turismo. Y lo que llegó casi de rebote, se convirtió en mi obsesión: desde aquel primer empleo, nada me gusta más que hacer y deshacer maletas, subirme a un avión, dormir en camas de hotel y comer (muy) bien. Sobra decir que la gastronomía es la otra pata que nunca cojea en mi mesa (ni fuera de casa, ni dentro). No entiendo un viaje sin un buen restaurante ni un paseo por su cultura gastronómica. Como tampoco entiendo Madrid sin sus cañas, sus tapas o sus barrios.

primeros tiempos EN MADRID

Aquel primer trabajo me marcó también en lo personal, me animó a independizarme, y elegí La Latina para vivir. Mi primer piso fue un cuarto sin ascensor, pero con tres privilegiados balcones a la Puerta de Toledo. Llegué al barrio en uno de los momentos más dulces de los últimos años, con Madrid Río abierto de par en par y Matadero dándolo todo a nivel cultural. La fama  de la orilla del río empezaba a cambiar, convirtiendo Arganzuela en un lugar top para salir, estar y quedarse a vivir. Y eso hice.

Casualidad o no, en ese momento era tan ‘foodie’ (o más) que viajera. Y, por suerte, Madrid un incansable ir y venir de nuevas tendencias, aperturas interesantes y negocios históricos que siguen dando que hablar. Durante años lo he pateado, comido y contado en diferentes medios, de Condé Nast Traveler a Viajes National Geographic o incluso Hola.com, hasta que Time Out se cruzó en mi camino.

ACTUALIDAD en la ciudad

Ahora viajo menos de lo que quiero (y puedo), porque soy mamá. Desde hace casi seis años, soy editora de Time Out Madrid, La Guía (en mayúsculas) de ocio, cultura, tendencias y viajes que cualquiera que ponga un pie en la ciudad debe conocer (a no ser que no quiera estar al día de lo que sucede, claro). Porque si algo pasa en Madrid, nosotros lo contamos (somos muy buen equipo). Más son las últimas aperturas de tiendas y comercios, de moda, decoración, bienestar y, cómo no, hoteles, un área en el que Madrid brilla con estrellas propias.

A nadie se le escapa que las principales cadenas hoteleras del mundo quieren estar en la ciudad: desde las históricas y super conocidas, como Four Seasons (suyo es el mérito de haber convertido a la Puerta del Sol en la nueva milla de oro hotelera de la ciudad), a otras más boutique, pero igualmente sobresalientes en estilo y glamour (como Thompson o The Madrid Edition, dos iconos americanos que ya se han hecho fuertes en la ciudad).

Lo mismo sucede con las tiendas, y si hay un sector que está viviendo un momento de gloria es el de la artesanía y el diseño. Algo así como una vuelta a los origines, a lo antiguo pero visto con los ojos del futuro (un futuro que se escribe con S de sostenibilidad, R de reciclado o reutilizado y E de ecologismo).

planes favoritos en madrid

No puedo esconder (ni quiero) que me vuelve loca la artesanía ‘made in Madrid’. La que se vende en esos comercios de toda la vida y la que se produce en nuevos negocios boutique que dan prestigio a la ciudad, y al oficio. Que se lo digan si no a Javier Sánchez Medina, el extremeño afincado en Malasaña y abanderado de la nueva generación de artesanos con estilo, sofisticación y compromiso con la tradición.

No concibo una visita a Madrid sin pisar su tienda taller de la calle Escorial (si lo hizo Sarah Jessica Parker, nosotras también), o las ‘concept store’ de Daniel Chong (el autor original de la mochila más imitada de los últimos años), los bolsos de piel de Oficio Studio (diseñados, cortados y cosidos uno a uno en su casa de la calle Verónica) o los muebles de Calma Chechu (su showroom de Tetuán es para quedarse a vivir allí).

Lo que muchos no saben es que Calma nació en un mercadillo, en su caso fue el de Motores (una cita, sencillamente, imprescindible). Muy recomendables también son el de las Ranas (primer sábado de mes en las calles del barrio de Las Letras) o los Sábados del Rastro, ese mini desembalaje ideal para encontrar gangas. Dicho esto, a quién le guste el rollo de anticuario, que no se pierda los mercadillos en casas, posiblemente la última tendencia de ‘shopping’ en hacerse fuerte en la ciudad, y fuera de ella.

Otros imprescindibles en mis recomendaciones para llevarse un buen recuerdo de Madrid, con guiño a la tradición: Cocol, Eturel, Hijo de Epigmenio, González & González, la Real Fábrica Española o Morueco Cerámicas, el recién llegado a la ciudad (pero ya con dos locales, uno en el Rastro y otro en Las Letras).

Si es que, me gusta tanto la artesanía, que me he montado hasta mi propia tienda online propia, Barro Loza Ibérica, dedicada a las vajillas traídas de Portugal (abierta, por cierto, justo en pandemia, antes del boom de las macronaves de platos al peso), negocio que compagino con otra tienda online especializada en pedales de efecto boutique (de nombre Cornucopia de Pedales), un paraíso para guitarristas y otros aficionados a los sonidos electrónicos.

¿Por qué para ti madrid es capital de moda?

Madrid es capital de moda porque no puede no serlo. En las pasarelas, y en las calles. Dentro de un restaurante o en un probador de ropa. Quizá por eso, si algo se cuece fuera, antes o después acaba pasando por Madrid. Y quedándose. Como yo al regresar de cada viaje. Como Sabina (después de bajarse en Atocha). Como Leiva (y su Lady Madrid). Porque no concibo esta ciudad sin su banda sonora, la que está cantada, y la que está por escribir.